[Reseñas] Promethea, Libro 2 (de 3)

Edición original: Promethea núms. 13 a 23 USA
Fecha de salida: Agosto de 2016
Guión: Alan Moore
Dibujo: J.H. Williams III
Formato: Tomo cartoné, 336 páginas
Precio: 31,50 €

Sophie Bangs, la nueva encarnación de Promethea, sigue deslumbrándonos en una segunda entrega del experimento “Promethea” de Alan Moore en el que empiezan a desvelarse algunas de las claves de todo lo que hay detrás del renacimiento de la heroína y las fuerzas oscuras que se alzan desde las sombras. Sophie decide que para poder seguir con su camino debe abandonar el plano físico y por eso empieza despidiéndose de su amiga del alma, Stacia. Pero eso solo es el principio de un nuevo viaje en el que nada es lo que parece y lo más profundo de la imaginación, casi desde todos los puntos de vista que a uno se le puedan ocurrir, acapara todo el protagonismo. Y esta vez de verdad, porque la acción más terrenal pasa a un segundo plano y se rasga la mente del lector introduciéndolo mucho más en lo metafísico y lo espiritual de la mitología a la que Moore le da forma.

El mundo interior de Moore le sigue sirviendo al autor como base para una obra muy personal alejada de convencionalismos (que ya es decir cuando hablamos de Moore). No es un cómic de superhéroes ni de aventuras, pero bebe mucho de ello. No es un relato de magia y fantasía, pero es la base de todo ello. “Promethea” no es nada de eso y a la vez lo es todo, por eso es un cómic al que es difícil pillarle el gusto y que gana mucho con algunas relecturas, ya que es fácil perderse en la descripción del mundo de la imaginación y sus incontables capas y estados. Pero “Promethea” es incluso más que eso y ahí reside su magia.

Aunque no corramos tanto, que mientras Sophie realiza su viaje más espiritual junto a Bárbara, una nueva Promethea deberá alzarse para luchar contra los demonios del plano terrenal e intentar salvar al alcalde y la ciudad.

La obra se ha convertido, número a número, casi en un reto intelectual por la complejidad de lo que plantea Moore. La forma de meternos en el plano metafísico, las explicaciones que da a la vida, el pasado de la humanidad y el universo, o el brutal alcance del mundo imaginario ideado por el autor británico le sirven para seguir experimentando, número a número, y arrastrarnos hasta lo más profundo de su creación. Porque al final de eso trata el relato, de llevar al lector por el mismo recorrido que hace Sophie, como si ella fuera una prolongación de nuestras manos sosteniendo el cómic y la encargada de ser nuestros ojos y nuestros oídos en todo lo que vamos descubriendo al mismo tiempo que ella. Sophie somos todos y a la vez es Promethea, el producto de su propia imaginación y el legado de una historia que se remonta a un pasado muy lejano, a los inicios de Promethea.

La experimentación de Moore viene acompañada casi en cada número por algo único a lo que Williams III le da vida de forma diferente con sus lápices. Y pese a las grandes diferencias artísticas y de concepto en la que se sustentan los diferentes números, todo cumple con un mismo patrón y el conjunto queda enormemente homogéneo. ¿La razón? Seguramente habría que preguntarle a los autores por ella, pero esa heterogeneidad dentro de la homogeneidad sirve para reforzar la idea de lo rica que es la imaginación, lo enorme que es su poder y coherente que es todo por incoherente que parezca. El caos dentro del orden, algo que contrarrestra la representación del mundo real que se hace en todo momento, saturado de corrupción y suciedad, invadido por el materialismo y lo banal. Como las dos caras de una misma moneda.

Moore quiere despertar al lector (o aburrirlo si este tipo de lecturas tan astral no es para él) con este nuevo viaje de Promethea a las esferas del Árbol del Mundo, con misión incluída. Y lo consigue (en ambos casos) más y mejor que en el primer volumen. El segundo libro de “Promethea” cumple con todas las promesas hechas por el primero pero las lleva más allá, a un nuevo extremo.

La ambición del proyecto no se ha agotado y sigue desbordando la misma imaginación que desde las primeras páginas. En el análisis del primer libro aposté porque “Promethea” podía conquistar a lectores de todo tipo y edad y creo que habiéndole echado un vistazo al segundo es necesario acotar algo esa apreciación. Es una obra muy compleja a la que varias relecturas le sientan muy bien y no está hecha para todo el mundo, pero no porque no todo el mundo vaya a entenderla, sino por su densidad y ese rizar el rizo que tanto le gusta a Moore y que aquí eleva a la enésima potencia. Las múltiples capas de la imaginación y un enorme componente filosófico, religioso, astrológico y científico que se aúna con la aventura y en cierto modo el género superheroico es algo difícil de digerir si no se lee con la predisposición de abrir la mente a lo desconocido y a que Moore haga de las suyas con nosotros.

Así que lo mismo que dijimos la última vez, con esa pequeña corrección. Un cómic que nos brinda una fusión de géneros (fantasía, magia, aventuras, superhéroes, leyendas, folclore, protagonistas universitarias en un 1999 distópico y futurista, …) desde el prisma único del genio de Alan Moore. Es una obra que tal vez no esté hecha para todo el mundo, pero por todo lo que ofrece lo mínimo que se merece es que le echéis un ojo. De hecho, es por obras como esta que el género se ha ganado el título de noveno arte.

Escrito por Javi Garcia en Blog de Superhéroes. Si no estás leyendo esto en Blog de Superhéroes, el artículo original lo encontrarás aquí …http://ift.tt/2eKMOfB.

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